La religión mayoritaria en Kärel es el ikrasismo, que rinde culto a la diosa Ikra.
Mitología karelense: La Guerra Oscura, la diosa Ikra y el Bosque Sagrado del Krastaptän
Antes de la llegada de los humanos a Kärel, la isla era un paraíso poblado por ninfas y otras deidades que habitaban sus exhuberantes y floridos bosques, ríos, lagos y cascadas. Las ninfas cuidaban y protegían el entorno. En un momento dado, llegaron por primera vez humanos a la isla y crearon un pequeño asentamiento. Las ninfas contemplaron las curiosas criaturas nuevas y decidieron darles la oportunidad de convivir allí. Pero con el tiempo, la expansión de los humanos por el territorio empezó a colisionar con la naturaleza hasta que finalmente se rompió el equilibrio natural de la isla. Las ninfas se debilitaron, pues su vida dependía de las flores, árboles, aguas… a las que cada una de ella debía su existencia y eso permitió que los demonios, hasta entonces recluídos por la ninfas, se fortalecieran y fueran tomando el control, en lo que se conoce como la Guerra Oscura. Así los demonios fueron acabando con toda la naturaleza y vida de la isla, incluyendo a los humanos que se quedaron sin los recursos que necesitaban para subsistir y también a las propias ninfas, que terminaron muriendo, con la excepción de una joven ninfa llamada Ikra.
Ikra era una ninfa dríade. Las ninfas dríades son las ninfas de los bosques, habitan en los robles (de hecho el escudo de Krastania representa a un roble) aunque pueden moverse libremente y se encargan de proteger a los árboles y castigar a quienes los dañan. Según la leyenda, era hija de una ninfa hamadríade, un tipo de ninfa que vive durante toda su vida en un árbol, del que no puede separarse a diferencia de las dríades y muere si éste se corta; y una ninfa alseide, las ninfas de las flores. Sus dos madres murieron a manos de los demonios cuando todavía era una niña, pero Ikra consiguió escapar y corrió durante meses hasta conseguir refugiarse en el remoto Bosque del Krastaptän. El Bosque del Krastaptän está situado en la actual Krastania, oculto en un pequeño valle entre los escarpados picos de la cordillera de los Arkrios que actuaron de muralla y lo protegieron de la llegada de los demonios, siendo el único lugar de toda la isla que pudo salvarse de ser destruido por ellos.
Mientras esto ocurría, el explorador Kärel (que da nombre al país actual) llegó a la isla desde el norte de Europia volando a lomos de un dragón dorado, sorprendido porque aquella isla no aparecía en los mapas la sobrevoló para contemplarla. Cuando vio que era un absoluto desierto humeante y sin rastro alguno de vida, se dispuso a dar la vuelta decepcionado por la pobreza de su descubrimiento y fue entonces cuando vio entre las montañas un pequeño lugar verde, en el que aterrizó para poder inspeccionarlo. Allí encontró el mayor paraíso que había conocido nunca según dejaría escrito en sus diarios, lleno de color y criaturas mágicas. Y también encontró a Ikra tirada inconsciente en la hierba, agotada después de su larga huida. Tras preocuparse por su estado, Ikra despertó y señaló los picos de las montañas. El explorador Kärel ascendió hasta las cumbres y vio a los destructores demonios aproximándose por la ladera de la montaña y comprendió el aviso de la joven ninfa. Alzó el vuelo en su dragón y volvió a Europia, donde reunió un pequeño ejército con el que volvió a la isla. Para entonces los demonios ya habían llegado al Krastaptän y Kärel se reencontró con un bosque muy distinto, rodeado de llamas, con las cascadas sin agua, las flores secas y sin rastro de las criaturas mágicas. Los demonios estaban destruyendo el bosque y habían apresado a Ikra para impedirle defenderlo.
Según el mito clásico, el pequeño ejército de Kärel se enfrentó a los demonios y pudo rescatar a Ikra, a la que intentaron llevársela en sus dragones para ponerla a salvo, pero la exhausta Ikra, muy debilitada por la destrucción de los últimos árboles que quedaban en la isla, al ser consciente de que si se iba la isla moriría para siempre, pudo reunir sus fuerzas, liberarse de los humanos que previamente la habían rescatado y enfrentarse a los demonios. Finalmente Ikra venció la batalla contra los demonios, pero para entonces ya era la única ninfa que había sobrevivido.
Ikra, que había escuchado de sus madres los cuentos que hablaban de cómo en el pasado los humanos habían iniciado aquél proceso que había llevado a la isla a su destrucción, dudó de si castigar también a los humanos liderados por Kärel y expulsarles para evitar que terminaran actuando igual que los anteriores y destruyeran el último refugio de vida que quedaba, o si les debía permitir quedarse. Finalmente, y viendo que habían contribuido a vencer a los demonios, les permitió quedarse y habitar la isla con la condición de que los humanos tomaran el relevo de las ninfas en la misión de conservar la naturaleza, pues ahora que ya habían desaparecido todas las ninfas salvo ella, era la única manera que encontró de que la isla pudiera volver a quedar protegida en el caso de que se su naturaleza se recuperara algún día. Los humanos aceptaron (por esta razón los practicantes de esta religión son llamados Guardianes) y convivieron en armonía con el único bosque que había resistido a los demonios y progresivamente fueron expandiéndolo por el resto del territorio. Ikra por su parte, continuó viviendo en soledad en el Bosque del Krastaptän en uno de los pocos robles que habían sobrevivido.
El Camino de San Mamencio
El Camino de San Mamencio es el nombre que se da a una serie de rutas históricas de peregrinación en Kärel que se dirigen al Roble Sagrado, donde según la tradición vive la diosa Ikra o donde vivió la diosa Ikra hasta su muerte (pues se desconoce cuando se produjo esta muerte o si se ha producido ya o no, ya que aunque se sabe que las ninfas dríades como Ikra son mortales, se desconoce cuánto tiempo pueden vivir), situado en el Bosque del Krastaptän, en Krastania. Se llama así por el santo Mamencio, que describió esta ruta en un antiguo códice.
Ateísmo y religiosidad en el Kärel actual
En la actualidad el 75% de la población karelense se declara atea o agnóstica, un 20% practica la religión ikrasista y el 5% restante otras religiones.
La práctica de esta religión se basa la adoración a Ikra mediante diversos rituales, fiestas y ceremonias, así como en la guardia y defensa de la naturaleza, misión encomendada por Ikra.
Santoral
Además de a Ikra, en esta religión también se rinde culto a algunos santos:
- Santa Rosalía. La diva y reina Rosalía es adorada en numerosas parroquias de Kärel y anualmente se celebra una gran romería hasta tierras dívalas para rendirle culto.
- Santa María de los Dolores Parrado de Ávila, más conocida como Nuestra Señora de Parrado o simplemente María Parrado, es una santa karelense. A lo largo y ancho del país existen conventos de monjes y monjas Parradinas en los que se elaboran dulces y yemas.
- Romano Aspas, sátiro, santo, filósofo, coleccionista de arte y reliquias antiguas e íntimo amante del agua de mar de Formentera. Inició su camino a la fama y el estrellato de la purpurina en el país con una emorárica actuación en playback en Mátame Kiwi (un programa emitido por las tardes en la cadena privada karelense VWK5) y desde entonces tiene a sus espaldas dos años de carrera meteórica. El artista masculino más querido y revolucionario de Kärel fue incluido en el santoral al término de la edición 45.